miércoles, 28 de abril de 2010

Historia de un chat: Tercera Parte

Yo estaba nerviosa. Después de cambiar la reserva del hotel tres veces (primero dos habitaciones, luego una habitación y definitivamente, después de hablarlo y de que D me dijera "si estás más tranquila coge dos habitaciones", eso hice). Tenía 20 años recién cumpliditos así que le dije a mi madre que me iba de fin de semana con unas amigas para que no me dijera nada, previo aviso a mis amigas por si mi madre llamaba, cosa improbable ya que confiaba mucho en mi (ingenua...).

Un viernes a las cuatro de la tarde me pongo en marcha. Sabía poco de él, a penas nos conocíamos y me gustaba, pero empezó a entrarme una sensación de agobio un poco extraña. ¿Y si no te gusta y tienes que aguantarlo todo el fin de semana? ¿Y si se pone pesado? ¿Y si...? Lo cierto es que mi cuento de hadas empezaba a desmoronarse antes de empezar, como si la idea en mi imaginación de enamorarme de alguien que no conocía y encontrarme, a medio camino de nuestras dos ciudades, fuera lo que realmente me emocionaba de la situación, más que el hecho de que sintiera algo especial por él. Aún así decidí no adelantarme a los acontecimientos. Al fin y al cabo, no nos habíamos jurado amor eterno.

LLegué al hotel y cuando deshice la maleta le llamé por teléfono. Estoy aparcando, me dijo. La espera fue extraña, pero más extraño fue abrirle la puerta de mi habitación (justo enfrente de la suya) y verle por primera vez. Era exactamente igual que la foto. La misma cara, la misma sonrisa...la misma falta de química. Cuando vi su foto me sentí reconfortada porque no me pareció un monstruo (lo sé, suena muy cruel, pero ya me entendéis, no necesitaba que fuera una belleza pero sí que me dijera alguna cosa), pero como ya expliqué faltaba ver si en persona había química, ese no sé qué que te hace acercarte a alguien, mirarle sin razón. Y no lo hubo.

Aquella noche salimos a cenar, en plan muy distendido, sin presiones. Entonces pude constatar que era muy simpático y siempre estaba sonriendo. Lo pasamos bien, diría que parecíamos dos buenos amigos que tienen muchas cosas que contarse y ya está, lo que me tranquilizó mucho porque otra cosa me hubiera hecho sentir incómoda en ese momento en el que intentaba averiguar si podría o no sentir algo hacia él. Después de la cena y una copa, como estábamos cansados del viaje, nos fuimos a dormir cada uno a su habitación.

El sábado se presentaba bien. Hicimos un plan turístico y yo me sentía animada, pero mientras pasaban las horas las cosas empezaron a ponerse raras. D, como ya he dicho, era muy simpático y educado, me sentía a gusto con él, pero pronto empezó a cambiar de actitud y a mostrarse extrañamente caballeroso. Demasiado caballeroso. Vale, sé que los hombres que leéis esto diréis "Nunca os ponéis de acuerdo, que si mucho, que si poco", pero lo cierto es que yo nací en 1982 y aunque agradezco (más bien exijo) que me traten con respeto, no me gusta que me abran la puerta de cada sitio al que voy, ni que me lo paguen todo, ni que me cedan siempre el mejor asiento, ni de que me hablen del amor romántico como si estuviéramos en una novela del siglo XIX. D era un poco así. Intentaba alagarme contínuamente, mostrarse agradable, pero para mí el tono era excesivo y su actitud empezó a empalagarme y a agobiarme.

Esa tarde intentó ponerse cariñoso conmigo, eso sí, de forma muy elegante, nada de magreos inesperados o frases calientes en plan rollo de fin de semana. No, era más bien...que si te paso el brazo por el hombro, que si se aparto un cabello de la cara, que si "sabes, me pareces muy guapa", que si, "cuánto me alegro de haberte conocido"...Y yo allí, a su lado, con cara de circunstancias porque con cada frasecita me traía menos, con cada gesto me parecía que teníamos menos en común, que aquello no funcionaría, y el pobre, erre que erre, pero con tanta delicadeza que haber quien le decía, "mira, que yo me alegro de haberte conocido pero no en el mismo sentido que tú. Que vamos, que no hay química y mejor que seamos amigos". Pues no me veía capaz, la verdad, de decirle eso. Me acobardé. Si hubiera sido valiente habría dado la cara y se lo habría dicho, pero la verdad es que una parte de mi quería creer que podía sentir algo más. Que nuestras conversaciones por teléfono habían significado algo y que sólo me sentía así por el shock de la situación.

Así llegamos a la cena. Después a la copa. Y después al hotel. Como mi actitud con él, a pesar de no ser muy cariñosa, tampoco era de un cardo borriquero, D siguió con su actitud melosa toda la noche, convencido de que lo que me pasaba es que era muy tímida y que por eso estaba tan cortada. Entonces, saliendo del ascensor, cuando estaba a punto de darle las buenas noches, me dijo: "Tengo una sorpresa preparada para ti, espera en mi habitación a que te avise". Me entró un ataque de pánico. No sabía qué esperar, pero por el tono igual me lo encontraba con un tanga de leopardo. En serio, me entró mucha ansiedad mientras esperaba en su habitación, dando vueltas como una loca, hasta que decidí que era absurdo, que seguramente sería un regalo o un detallito sin importancia, y que no debía sacar las cosas de contexto.

Al cabo de unos minutos llamó a su habitación, donde estaba yo. Me esperaba sonriente con un pañuelo en la mano. Se me puso un nudo en la garganta. A pesar de eso, decidí no decirle nada, no, al menos, hasta ver la sorpresa. Me vendó los ojos y me empujó lentamente hacia la otra habitación. Lo sentía detrás de mi, guiándome con delicadeza y me supo mal no haberle dado una oportunidad y haberme dejado llevar, un poquito más, por la situación en la que nos encontrábamos. Entonces me quitó la venda. El corazón me dio un vuelco. La habitación estaba llena de velas alumbrándolo todo tenuemente y la cama...¡la cama estaba llena de pétalos de rosa! Quería desaparecer de allí. No podía moverme, ni decir nada. Él esperaba una reacción que no llegaba y mi cara de "¡Socorro!, de donde ha salido este tío tan cursi" empezaba a delatarme. Creedme, era muy exagerado, todo iluminado, toda la cama llena de pétalos. Y el tiempo pasaba, y yo no decía nada, y él "¿te gusta?", y yo pensando, ¡¡qué hago!! Así que con cara de espanto me senté en la cama, cogí el cofrecillo del que supuestamente habían salido las rosas y empecé a recoger los pétalos diciéndole: "¿Me las puedo llevar? Son muy bonitas...".

Imaginaos la cara del pobre que me había preparado aquello con toda la ilusión del mundo y yo allí, recogiéndolo todo, sin mirarle siquiera. En fin, que la conversación que había intentado evitar no se podía postergar más, pero en lugar de ser sincera, intenté minimizar los daños dándole las típicas excusas que suenan a eso, y que por tanto no convencen.

Hera: Mira D, que me caes muy bien, pero te veo muy decidido y yo acabo de salir de una relación...

D: Si es por eso no te preocupes, podemos ir poco a poco.

Hera: Ya, pero a mi me sabría mal que fuéramos poco a poco y al final la cosa no cuajara y que hubieras perdido tanto tiempo por mi...

(largo silencio, la mirada al suelo....)

D: A mi me gustas mucho, muchísimo. Cuando te vi ayer supe que lo que sentía por ti era real. Tengo ganas de besarte...

Se me cayó el mundo a los pies. Aquella situación habría sido el sueño de muchas chicas y yo ahí, incapaz de sentir nada, salvo un agobio in crescendo, imparable, que cada vez se agudizaba más. Decidí que tenía que ser más clara y le dije que yo no sentía lo mismo hacia él, que me caía muy bien y que me parecía guapo, que no era eso, pero que me faltaba algo y que no sabía si ese algo llegaría alguna vez o no.

D lo entendió, aunque insistía en que, quizás, con más tiempo, sin presiones, podría sentir eso que faltaba. Yo no quería ser más rotunda. Le veía triste y me daba mucha lástima, así que le dije que nos fuéramos a dormir.

Al día siguiente la cosa se espesó. Yo me levanté de muy buen humor (ya no sentía ninguna presión) y el malinterpretó mi estado de ánimo. Dimos un paseo por la playa y volvió a mostrarse meloso y atento, a mi me disgustaba esa actitud, pero ya solo pensaba en que en unas horas volvería a mi ciudad y aquello acabaría. Cuando me soltó un beso en la mejilla, así, sin venir a cuento, decidí que era hora de irnos. La verdad es que aún no era la hora que habíamos acordado, pero yo ya no podía más y adelanté la marcha. Él no quería irse, no tan pronto, pero ante mi insistencia no tuvo más remedio que aceptar. Yo volvía a estar agobiada, incluso molesta con él, "¿por qué coño me suelta un beso si ayer le dejé bien claro que no, que no quería nada con él, al menos por ahora?", así que empaqué lo más rápido que pude y con un par de besos rápidos y un "ya hablaremos" me subí al coche y me fui.

Al cabo de una hora de carretera sonó mi móvil. Vi que era D y dudé si debía cogerlo o no. No lo hice. Al cabo de unos minutos volvió a llamar y pensé que tampoco había razón para portarme como una bruja y descolgué el teléfono. Solo podía escucharle llorando al otro lado. Entonces me dijo, entre lágrimas, que le gustaba muchísimo, que verme había hecho crecer todo lo que ya sentía por mi y que no podía soportar la idea de no volver a verme. Que ya sabía que no tenía nada que hacer (aquí me rompió por dentro, la verdad), que no me culpaba, que no pasaba nada, pero que necesitaba hablar conmigo, que no se acabara todo de golpe, justo cuando más necesitaba él saber de mi.

No sabía qué hacer. Me sentía muy mal por él, pero no quería engañarle ni hacerle daño. Así que acepté. Durante unas semanas fui hablando con él, que al principio parecía conformarse con nuestras conversaciones. Luego, su actitud cambio y pasó a estar reticente, como enfadado, hasta que un día me dijo que había empezado a salir con una chica y tras felicitarle me despedí de él. Al cabo de los años volvimos a hablar alguna vez, ya entre risas, de buen rollo (siempre dije que era muy simpático), pero los dos sabíamos ya que entre nosotros nunca habría una segunda oportunidad.

25 comentarios:

  1. Madre mia, madre mia, que me he puesto muy nerviosa al ver que ya habías publicado la tercera parte, pero creo que he tenido una laguna (u oceano mental) y no recuerdo la segunda (me pierdo de vez en cuando por la blogosfera, me lo haré mirar) bueno que voy a buscar la parte dos y ahora vuelvo a por la tercera entrega...qué nerviossss

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  2. Jajajajaja, qué bueno Sí es. Hasta ahora.

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  3. Ya he vuelto....

    Hera creo que hisciste bien, si no hay química si no te dice nada, forzar una situación sería haberle hecho más daño. En estos casos (msn, chat o lo que sea) cuando se habla, tendemos a idealizar o imaginarnos que va a ser maravilloso ese encuentro y es más, es totalmente necesario ese encuentro y considero que cuanto antes mejor, para descubrir por ambas partes si lo que se siente es real o es el deseo de que así sea.

    Lo malo es eso, que normalmente uno de los dos, lo tiene más claro que el otro o no y hay suerte...y los dos conectan inmediatamente, algún día si me atrevo, os contaré mi historia.

    Por cierto me ha dado la risa al leer lo del tanga de leopardo y luego imaginándote guardando los pétalos, jejeje, el pobre D pensó que de ese modo caerías en sus brazos, y es cada mujer, cada hombre es un mundo lo que nos gusta a unos, no tiene por qué gustarle a otros, para esos detalles debió esperar a conocerte más o que tu le fueras dando más pistas, no se

    Un besazo

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  4. Hola otra vez Sí es,
    Tienes mucha razón. Mejor que nos conociéramos pronto, así no estuvimos meses con una historia que al final quedase en nada.

    Lo cierto es que, a toro pasado, creo que si él me hubiera gustado mucho lo de los pétalos no me habría parecido tan cursi. El problema es que llevaba empalagoso todo el día y aquello fue la gota que colmó el vaso. Pero sí, fue una situación cómica. Cuando cuento la escena, yo allí recogiendo las flores y el de pie, esperando que me entrara la emoción...

    En fin, estas cosas van así.

    P.D. A ver si te animas y nos cuentas tu histora...

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  5. Bueno Hera, esas cosas suelen pasar. Si falla la química, ya puede ser lo mejor del mundo que no importará. Lo único que igual debiste dejárselo claro el primer día. Historias de chat ... ¿Quien no ha vivido una?

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  6. JAJAJJAJAJAJJA, ¡¡Yo con esta historia me meo!!¡¡lo de las flores es buenísimo!!es que me imagino a Hera, con cara de circunstancias...jajajja
    Venga Síes, ¡anímate y cuéntanos la tuya!

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  7. Jo Hera, yo creo que el problema fue que no le dijiste bien claro desde el principio que no sentías nada por él. El tío se montó su película y pasó lo que pasó. Ahora, que decirle de buenas a primeras que pasas de él también es un poco palo. Mmmm difícil panorama. Por cierto esto me ha recordado una anécdota que me pasó y que gracias a ti Hera paso a poner un día de estos en mi blog. ¡Y sólo será una entrada porque no dio para mucho! XD

    Kobal, yo nunca he tenido ninguna historia de chat, que lo sepas ;)

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  8. Hola Kobal, la verdad es que si algo aprendí de esta experiencia fue que ya puede ser guapo, simpático y estupendo, que como no te tire, no te tira y punto.

    Juno, aún me acuerdo de tu cara cuando te lo conté el otro día. ¡Menuda panzada de reír nos pegamos! Con respeto, eso sí, para el pobre D.

    Miguel, la cuestión es que el primer día yo no estaba segura del todo, porque pensaba que la situación era extraña y que eso podía estar condicionándome mucho. Además, era muy simpático y me sentía cómoda con él, así que preferí esperar.
    El problema fue el segundo día, que fue cuando realmente me di cuenta de que no y como él no era muy, muy directo y yo no quería ser desagradable alargué la cosa demasiado hasta el momento American Beauty que tengo grabado a fuego.

    Venga, animaros y contadnos vuestras historias de chat :)

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  9. Tu porque eres un rancio Miguel ...

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  10. Jajajaja, como se nota que os tenéis cariño ;)

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  11. Jo...si es que la química es super importante...es lo más importante, diría yo!

    En fin, cosas que pasan...Lo dos actuastéis como creísteis que debíais hacerlo, así que bien actuado está! ^^

    Besicos!

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  12. Si Martha, es lo más importante (al menos de entrada, una relación estable ya requiere de otras cosas, claro).

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  13. bueno...a lo mejor algún día la cuento, pero que no se entere nadie, eh? jejeje

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  14. Uys! a mi esas cosas también me asustan mucho. Será que he visto muchas pelis y me gusta la novela negra. Pero yo quedo con un tio y me hace eso y me cago viva.

    Odio esas situaciones tan embarazosas de tener que decirle a alguien que no te gusta. Me daba mucha pena cuando me pasaba. Antes claro. Hace siglos de eso...

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  15. Hola TR,

    Sí, aunque si te soy sincera, llegado ese momento miedo, lo que se dice miedo, no tenía.

    Si es que tenía una cara de buenazo el pobre...

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  16. Ay ay!!!! como te entiendo!!! para todo eso soy igualita que tú, además he pasado por situaciones casi identicas un par de veces y me ha pasado exactamente lo mismo!!!
    que empalague... además los pobres lo hacen con toda la buena intención y tu sólo piensas... si soy como Dorothy y chasqueo 3 veces los zapatos apareceré en casa???

    Jajaja, he rememorado mis "citas de chat".

    Muchos besos (lo mismo es un defecto de nuestra generación... 82´)

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  17. Bueno, yo creo que me hubiera acojonado aun mas que tu pero, si te soy sincera, yo jamas habria ido a esa cita... soy demasiado cobarde.

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  18. Quizá el "fallo",(que facil es hablar a posteriori,no:),sea el hotel,Hera.Me explico.
    Yo he tenido tb alguna cita de ese tipo...pero sin hotel.Vamos que hemos quedao,nos hemos tomado unos cafeses,unos cubatas más tarde...y si no ha habido química o feeling,nos hemos despedido...y cada uno a su coche.
    Lo del hotel lo he dejado para cuando ya había tenido mushaaaaaaaaaaaas sesiones de mesenger con esa persona.Uséase que ya eramos bastante amigos...y sólo íbamos para el roce y el contacto en la 3º Fase. :)
    Es menos lanzado y menos aventurero...pero te evitas esos cortes,y esos sofocos...Hera,reina!!!. xDD

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  19. Hola Lana, Si es que, esta generación nuestra que no valora la galantería...XD
    Ahora en serio, sinceramente creo que sí era demasiado romántico, demasiado empalagoso, pero que si a mi me hubiera gustado de verdad, como digo arriba, no lo habría visto igual.

    La Vane, no creo que sea ser cobarde, sólo ser sensata.

    El gato, tienes razón, supongo que me dejé llevar por mis cuentos de princesa (qué daño han hecho) y creí que viviría una de esas historias mágicas que claro, en la vida real, no existen.

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  20. Cuando has contado lo de la cama con las velas y los pétalos, yo creía que te sacaba un un cuchillo! :D

    A mí es que esos excesos románticos sin saber de qué pie cojea el otro me parecen muy arriesgados. Y nunca he ligado en un chat, soy tan rancia como Miguel... ;)

    Besos!

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  21. Uf! Que va, si era muy buen chico el pobre, ¡demasiado!

    En fin, que tienes razón. Si no estás seguro de lo que le gusta a la otra persona o de que le va a apetecer algo así, te lo juegas a todo o nada. Él se la jugó y yo recogí sus petalitos de ilusiones y los guardé en una cajita (cofrecito, por cierto, que no llegué a llevarme nunca) Ups, ¿por qué sería? XD

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  22. Qué miedo me dan estas cosas, no me atrevería.
    Yo tengo que mirar a los ojos para saber si quiero una cita o no.

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  23. Aunque no te lo creas Ana, yo soy muy miedosa, pero luego, a veces, hago unas cosas que cuando las pienso a posteriori no entiendo cómo las pude hacer.

    De todas maneras, fui la primera y la última. Me traumatizó demasiado XD.

    Un saludín!

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  24. Es lo mejor, porqué si no hay quimica de que sirve intentar algo si no estás agusto?

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  25. Exacto Jo T., lo que pasa es que como la situación era tan forzada siempre piensas que quizás, en una situación más "normal", a lo mejor...Pero vaya, que si es que no, mejor ser claro lo antes posible.

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