lunes, 5 de octubre de 2009

Una vida ajena

¡¡¡Ringggggggg!!!

7:00. Suena el despertador, y como cada día, sin diferencia ninguna, me levanto mecánicamente, voy al baño, me lavo la cara, como alguna cosa y sólo despierto unos segundos de mi letargo mecánico para responder a los ronroneos afectuosos de Shira.

7:30. Subo al metro. Bueno, lo de subir es una manera de hablar, casi sería más adecuado decir que entro a empellones al vagón en el que no cabe un alfiler.
Navas. Clot. Glòries.
Como un rebaño salimos en estampida en todas direcciones. Los que se quedan respiran aliviados un poco de aire fresco por primera vez desde que empezó el trayecto.

7:45. Entro al trabajo. Desconecto. Mis manos teclean gracias a cortocircuitos automáticos. Mi voz habla sin hablar al pronunciar las palabras que debe pronunciar. ¿Qué significan? Nada para mi.

15:00. Salgo. Miro hacia la puerta, extrañada y confusa, con la sensación de haber viajado al futuro. Me pregunto qué ha sido entonces lo que he vivido durante las últimas siete horas y cuarto.

Una vida ajena.
La de cada día.

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