Hombres y mujeres, ¿igualdad?

Yo crecí en una familia media en la que, por suerte, aprendí valores como la tolerancia, la generosidad o el respeto. En ese entorno mis padres me enseñaron que la igualdad entre hombre y mujer era algo natural, pero mientras recibía este mensaje, mi abuelo, por su parte, me hacía ver la otra cara de la moneda. En la comidas familiares, los hombres permanecían sentados a la mesa y hablaban de temas varios con el tono de quienes se creen los reyes del mambo; mientras, las mujeres, yo incluida, íbamos y veníamos de la cocina con actitud servil.

Un día la niña de diez años que yo era decidió indagar el porqué de esa extraña diferencia que mi sentido común de corta edad no alcanzaba a entender. Así, decidida y curiosa, le pregunté a mi abuelo: «Abuelo, ¿tú por qué no pones nunca la mesa?» «Porque no me sale del huevo izquierdo y parte del derecho», fue su respuesta.

Recuerdo que en aquel momento no entendí bien qué quería decir, pero el tono no me dejó lugar a dudas. Ya nunca más volví a preguntar.

De eso hace ahora más de quince años, y por desgracia mi abuelo, al que adoraba y me adoraba (a pesar de la imagen que pueda dar aquí), ya murió hace tiempo. Sin embargo, si miro a mi alrededor veo que la actitud que él tenía sigue presente en esta sociedad. Y lo que es mucho peor, no en hombres de su generación, sino en chicos jóvenes, que deberían ser hijos de otra educación.

Qué lástima que, paradójicamente, sean las mujeres en muchos casos las responsables de que no sea así.