lunes, 21 de septiembre de 2009

Perrillos desvalidos

Una compañera de trabajo me ha pedido que fuera de nuestro horario laboral, le acompañe mañana a hacer unos recados. Y yo, aunque estoy cogiendo un buen catarro (me duele la garganta, no paro de estornudar, me duelen las articulaciones) le he dicho que sí. Pero ni me apetece acompañarla ni me va nada bien.

Sí, lo admito, tengo la costumbre de adoptar a todos los perrillos desvalidos con la pata rota que me voy encontrando por el camino. Y es que mi compañera está viviendo una época muy mala, así que cuando me lo ha pedido, he pensado: "bueno va, voy a ir, que la pobre lo está pasando fatal".

Y, la verdad, se me ocurren mil cosas mejores que hacer que pasar parte de mi escaso y preciado tiempo con una compañera de trabajo (que no amiga, hay que diferenciar, porque no todas las buenas compañeras de trabajo son también buenas amigas). Así que ahora tengo que resignarme y acompañarla o decirle que no puedo, que además es verdad.

Sea como sea, lo peor es que no aprenderé la lección, y cuando vuelva a sentir que alguien "me necesita", casi seguro volveré a reaccionar de la misma manera. Aún sabiendo que no todo el mundo merece ser tratado como esa clase de personas, amigos o familiares, por los que sí vale la pena “mojarse”, dedicar tiempo, sacrificarse…

Que sí, que soy una pringada.

2 comentarios:

  1. No eres una pringada amiga mía, era una buena persona, un poco idealista quizás, pero nada más. Tú todavía crees que un mundo mejor es posible, y aunque a veces la realidad hace que tu desmesurado optimismo se dé de bruces contra el suelo, otras consigues, gracias a ese optimismo idealista, mejorar un poco, aunque sea un poquito, este mundo desconfiado.

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  2. Gracias guapa, siempre sabes decir las palabras más adecuadas para reconfortarme, e imprimes razón en a menudo mi confusa cabeza...hoooo...esto empieza a parecer un idlio....jejejejej

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