martes, 5 de enero de 2010

¿Tanto cuesta prestarla?

Viernes, 1 de enero de 2010

13:45 horas: Mi pareja y yo subimos a la terraza comunitaria de casa para destender dos lavadoras de sábanas, fundas de sofá y algo de ropa, después de 24 horas de vientos huracanados.

13:50 horas: No sabemos si reír o llorar. Se nos ha volado todo, excepto una funda de sofá, una sábana y unos pantalones de pijama. Miramos al horizonte, con la montaña del Tibidabo a la derecha, la Sagrada Familia a la izquierda, y ocho pisos hacia abajo que dan un vértigo impresionante.

14:00 horas: Salimos de casa. Vamos a comer a casa de la madre de mi pareja. Estamos animados y charlamos cogidos de la mano por una acera casi desierta. Parece que todo el mundo está comiendo ya.

14:05 horas: «¿No es esa tu chaqueta?», digo con la mirada enfocada hacia un altísimo árbol deshojado del que cuelga lo que parece una prenda reconocible. «¡Ostras!, ¡sí que es la chaqueta!», me contesta.

14:10 horas: Después de dejar por imposible la opción de trepar al árbol (hay como tres o cuatro metros hasta la primera rama) y la de lanzar un objeto (la prenda está demasiado enredada en las ramas para bajarla de un golpe), decidimos molestar a los vecinos de la calle en este soleado primer día del año.

14:20 horas: Tres timbrazos y una mujer muy amable se asoma a la ventana. Por desgracia, no es la que pensábamos, ya que aún queda muy lejos del árbol. «Tenéis que ir al otro edificio. La portería queda en la otra calle», nos orienta.

14:25 horas: Mientras yo busco a ciegas qué piso y puerta debe de ser el que queda más cerca del árbol, la mujer A prepara, con dos palos de escoba, un palo largo e intenta, con las indicaciones de mi chico, desenredar la chaqueta.

14:27 horas: Me abren la puerta, subo al primer piso y una señora despeinada y en bata me abre al son de los ladridos de su chiguagua. Le explico y me dice que ahora sale a la ventana.

14:30 horas: La mujer A le pasa el palo que ha hecho a la mujer B que está en la ventana contigua. Ésta sí es la más próxima al árbol. Empieza a golpear la rama, cambia de postura, de ventana, vuelve a golpear la rama. Sale su marido: «¡Coño!, ¿no ves que no se puede?».

14:40 horas: La mujer B, como revigorizada por estas palabras, se concentra. Ya no golpea la rama. Ahora intenta, con cuidado y toques precisos, desenredar una manga. Luego la otra. Un golpe de aire la enreda de nuevo. La mujer A intenta indicarle. La calle se llena de espectadores.

14:50 horas: La chaqueta cae al suelo.

Entre risas nos despedimos de las dos mujeres desconocidas y nos vamos con la prenda colgada del hombro a seguir con nuestras vidas.

Seguramente no las volveremos a ver. Quizás, si nos encontramos, no podamos reconocernos. Pero aunque esta anécdota pueda parece insignificante, me ha hecho darme cuenta de que no somos tan malos como nos pintan. De que en la puerta de al lado puede haber alguien dispuesto a ayudarte, y, sobre todo, que muy cerca puede haber alguien que necesite nuestra ayuda.

¿Tanto cuesta prestarla?

11 comentarios:

  1. Puro azar, igual llamas y te sale un loco que un alma caritativa, esto esta montado así. besos

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  2. Qué cosas te pasan Hera!!! ;)
    Perdona la curiosidad: todo esto en castellano o catalá???
    Es para la estadística;no soy pepero. :)
    P.D.Cuéntanos si encontráis más cosas...

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  3. Lo cierto es que en castellano, gato.

    Y sí, es cierto. Lo mismo podría haber salido un loco que me hubiera echado a patadas de su casa, o que al mirar la chaqueta enredada se hubiera rendido enseguida. Pero yo creo que en el fondo hay más gente dispuesta a ayudar que al contrario, solo que, no sé muy bien porqué, pensamos que no es así.

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  4. Anónimo5/1/10 21:27

    Anecdotas de la vida Hera, que sin duda esta de la chaqueta, va a tardar en caer en el olvido. Si que hay buena gente. En este mundo de locos siempre hay alguien dispuesto a hechar una mano. La pena es que eso es dificil de ver. Un abrazo y gracias por tu visita.

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  5. jejejej fue lindo imaginarse cómo volaba esa ropa

    un gran diván

    grax por pasar a mi blog

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  6. Yo creo que hay más gente buena y dispuesta a echar una mano. Lo que pasa es que los malos y el mal rollismo hacen más ruido.

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  7. Jajaja, divertidísima anécdota! Y de las que te alegran el día y te ponen de buen humor por haber vivido una situación excepcional (lo cual es bastante triste; alegrarse porque alguien se haya portado contigo como todos tendríamos que hacerlo con todos).

    Gracias por tu visita, nos seguiremos viendo por aquí.

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  8. Creo que ahora tendremos un granito más de fe en la gente.
    Gracias por la visita

    bsos de esposa primeriza y Recién casada

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  9. Supongo que en el fondo es cuestión de buena voluntad, de ser paciente y no cambiar nuestra actitud hacia los demás sólo porque alguien nos gaste una putada, o no se comporte como esperamos que debe hacerlo.

    El dicho "ojo por ojo, diente por diente" deberíamos borrarlo de nuestro refranero.
    Mejor decir "al mal tiempo buena cara", y cuando alguien no se merezca ni que le miremos, regalémosle una gran sonrisa.

    Ojalá fuera tan fácil...

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  10. Pues yo estoy de acuerdo con la Ley del Talión, "ojo por ojo diente por diente". Al igual que creo que es mejor ir por la vida con una sonrisa, y echando un cable a quien pueda necesitarlo, creo que si te gastan una putada como dices Hera, ni sonrisa ni nada...
    La verdad, yo no es que vaya por ahí vengándome de la gente y haciéndoles lo malo que ellos me puedan hacer, pero en el fondo es lo que pienso que debería ser.
    Aunque a la hora de la verdad soy la primera que perdono y olvido en un periquete, por eso muchas veces deseo ser más rencorosa. Pero claro, hay tantas diferencias entre lo que te dice la razón y lo que te dicta el corazón...

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  11. Genial, este tipo de cosas e historias me encantan de veras, gracias por traerme aqui. Retomaré la fe ;)

    Un beso

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