De Disney o de cómo aprendí

Las películas de Disney nunca contaban esa clase de historias. De pequeños el cuento acababa en"fueron felices y comieron perdices".

Pero un día aprendes que a veces el amor no es correspondido. Más tarde, que hay amores imposibles por la distancia o las circunstancias de la vida. Luego aprendes que el amor no es eterno. Y por último, que a veces no basta.

Esto último es lo que más cuesta aprender, lo que más cuesta asimilar.

¿Es posible que dos personas que se aman, y que tienen la oportunidad de estar juntas, no puedan estarlo?

Pues sí, pero Disney no lo contaba.

Así, en el colegio aprendí que a veces, aunque tú quieras compartir todos todos tus juguetes con un niño, él quiere jugar con otra. De adolescente, después de tener unos cuantos amores de verano, aprendí que hay amores imposibles. Con el paso del tiempo, viendo como parejas de mi alrededor que llevaban toda la vida juntas, se separaban, aprendí que nada es eterno. Y ahora, después de vivir con X un amor apasionado y maravilloso, después de querernos tanto y aun así no poder estar juntos, he aprendido que a veces el amor no basta.

Porque no siempre lo que quieres es lo que te conviene, no siempre lo que te conviene es lo que quieres.

Pero claro, Disney no nos lo contaba.